Cuando al malo le va bien
Sucede. Una persona se propone hacer lo justo y honesto, y le va mal. Otro que miente, estafa y evade impuestos, gana más. Uno respeta a Dios y trata de obedecerle, y se enferma. Otro vive como si Dios no existiera y está más saludable. Y comparando, ronda en la mente la irreverente pregunta: “¿Vale la pena esforzarse por hacer lo correcto?” seguida de la tentadora respuesta que el creyente suele reprimir en su interior: “No sirve de nada obedecer a Dios”.