Entradas

Mostrando entradas de marzo, 2010

El santo del espejo retrovisor

Imagen
Todos conocemos al santo del espejo retrovisor. Casi no hay chofer de ómnibus o automóvil que no lo lleve consigo. Puede ser Fray Martín de Porras, Santa Rosa de Lima, Sarita Colonia ó la imagen de Jesucristo. Su presencia masiva en las unidades de transporte de nuestro país revela la convicción generalizada de sus conductores: ¡Necesitamos ayuda sobrenatural...! Se requiere de un santo para llegar con bien al destino. Y el santo está ahí. Cuelga del espejo retrovisor. En momentos mirando hacia el camino por delante, y en otros mirando al conductor, como si quisiera advertirle de algo. El chofer se propone adelantar en curva, toca al santo, se encomienda a él, acelera y ¡por las justas! no choca con el que venía en sentido contrario… y piensa “ese es mi santo”. Otra maniobra temeraria, un giro brusco a la izquierda, otro a la derecha, aceleración y frenada, y el santo pareciera salir volando… por la cadena que no queda estampado en el parabrisas. El chofer grita, insulta y se enoja.

No juegue con el diablo

Ya lo está oyendo. La canción está sonando todos los días por la radio y la Televisión; y le habrá hecho sonreír y hasta bailar con su festiva advertencia: “No juegue con el diablo, no juegue con el diablo. El diablo come candela… No juegue con el diablo. Y te puede agarrar y te puede comerrr…” Obviamente el diablo no come candela, ni creo que con ello se refiera a alguna adicción al cigarro. Tampoco se trata de un consejo para evitar jugar a “las escondidas” con un antropófago. Pero la advertencia, aunque suene divertida, no está lejos de una realidad que bien haríamos en hacer caso, y así evitarnos consecuencias poco graciosas en lo personal, familiar y social.

La verdadera felicidad

Todos los seres humanos queremos ser felices. La dicha, la paz, la satisfacción en la vida son deseos universales. Nadie se propone ser infeliz. Nadie busca vivir una vida de desdichas y frustraciones. Sin embargo la infelicidad y la insatisfacción en la vida es mucho mayor de lo que podemos imaginarnos. Hay por lo menos dos consideraciones importantes que se debe recordar al buscar la felicidad: Para encontrarla hay que buscarla en el lugar correcto. No se encuentra verdadera felicidad “haciendo lo que uno quiere”. La felicidad no está en las cosas que uno obtiene. No se halla en algún hombre ó una mujer, ni en los hijos que se pueden tener. No es verdadera felicidad aquella que se pretende adquirir con dinero, títulos, fama ó placer. Cierto que por medio de ellas logramos satisfacer ciertas necesidades, disfrutar de momentos gratos, desarrollarnos, ó demostrar amor… pero no es verdadera felicidad.

¿Está pensando en postular?

Si alguno anhela ser elegido para un cargo en el gobierno local ó regional, “buena obra desea. Pero es necesario que el que pretende dirigir al pueblo sea irreprensible, fiel a su compromiso con su mujer, y llevar una vida sobria, juiciosa, respetable. Debe ser prudente, saber apreciar a la gente y tener aptitudes para el cargo que aspira. No debe ser dado al licor; ni pendenciero o pleitista, sino amable, pacífico. No debe ser avaro ni codicioso de ganancias deshonestas. Debe ser veraz, sin hipocresía ni dobles discursos. Es importante que sepa gobernar bien su casa, mostrando en su vida familiar buen trato, orden, responsabilidad y sabiduría; porque si no sabe gobernar su propia casa: ¿cómo podrá dirigir bien a todo un pueblo? Quien postula y quiere ser una autoridad, no debe ser presa fácil del orgullo y la vanidad. Incluso hasta debería ser respetado por sus oponentes”.