“Yo tengo un sueño”: Un discurso del cual tenemos mucho que aprender.
El pasado 28 de agosto se conmemoró
por todo el mundo, los 50 años del trascendental discurso que dio Martin Luther
King en pro de los derechos de libertad e igualdad entre las personas de
diferente color. Discurso que ha sido considerado el mejor del siglo XX, tanto
por la grandeza de su mensaje como por la trayectoria de lucha pacífica y
conciliadora del orador.
A continuación transcribo unos
párrafos de ese famoso discurso al que la historia le puso el título “Yo tengo
un sueño”. Note como la exigencia es firme pero inteligente, basada en la
historia y la verdad. Aun cuando por años fue despreciado por el color negro de
su piel y luego perseguido y atacado, King no se expresa con odio ni ansias de
venganza. Por el contrario, su mensaje es conciliador, apela a la fe y la esperanza.
Elementos que deberían resaltarse y enseñarse en cada colegio y universidad de nuestro
país tan mal acostumbrado al uso de la violencia para protestar y exigir
derechos; en el que los líderes de posiciones opuestas se atacan e insultan; y
en el que tantas veces dejan entrever sus intereses personales y mezquinos. Por
ello, en este discurso hay mucho para meditar y aprender:
«…Y así hemos venido aquí hoy para dramatizar una condición extrema. En un sentido llegamos a la capital de nuestra nación para cobrar un cheque. Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las magníficas palabras de la Constitución y la Declaratoria de la Independencia, firmaban una promisoria nota de la que todo estadounidense sería el heredero. Esta nota era una promesa de que todos los hombres tendrían garantizados los derechos inalienables de "Vida, Libertad y la búsqueda de la Felicidad".
Es obvio hoy que Estados Unidos ha fallado en su promesa en lo que respecta a sus ciudadanos de color. En vez de honrar su obligación sagrada, Estados Unidos dio al negro un cheque sin valor que fue devuelto marcado "fondos insuficientes". Pero nos rehusamos a creer que el banco de la justicia está quebrado. Nos rehusamos a creer que no hay fondos en los grandes depósitos de oportunidad en esta nación. Entonces hemos venido a cobrar este cheque, un cheque que nos dará las riquezas de la libertad y la seguridad de la justicia.
«…Pero hay algo que debo decir a mi gente, que aguarda en el cálido umbral que lleva al palacio de la justicia: en el proceso de ganar nuestro justo lugar no deberemos ser culpables de hechos erróneos. No saciemos nuestra sed de libertad tomando de la copa de la amargura y el odio. Siempre debemos conducir nuestra lucha en el elevado plano de la dignidad y la disciplina. No debemos permitir que nuestra protesta creativa degenere en la violencia física. Una y otra vez debemos elevarnos a las majestuosas alturas de la resistencia a la fuerza física con la fuerza del alma.
Esta nueva militancia maravillosa que ha abrazado a la comunidad negra no debe conducir a la desconfianza de los blancos, ya que muchos de nuestros hermanos blancos, como lo demuestra su presencia aquí hoy, se han dado cuenta de que su destino está atado a nuestro destino. Se han dado cuenta de que su libertad está ligada inextricablemente a nuestra libertad. No podemos caminar solos. Y a medida que caminemos, debemos hacernos la promesa de que marcharemos hacia el frente. No podemos volver atrás.
«…Yo tengo un sueño, que un día esta nación se elevará y vivirá el verdadero significado de su credo, creemos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales.
«…Yo tengo un sueño, que mis cuatro hijos pequeños vivirán un día en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel sino por el contenido de su carácter.
«¡Yo tengo un sueño hoy! …que un día cada valle será exaltado, cada colina y montaña será bajada, los sitios escarpados serán aplanados y los sitios sinuosos serán enderezados, y que la gloria del Señor será revelada,* y toda la carne la verá al unísono.
…Y cuando esto ocurra, cuando dejemos resonar la libertad, cuando la dejemos resonar desde cada pueblo y cada caserío, desde cada estado y cada ciudad, seremos capaces de apresurar la llegada de ese día cuando todos los hijos de Dios, hombres negros y hombres blancos, judíos y gentiles, protestantes y católicos, serán capaces de unir sus manos y cantar las palabras de un viejo [cántico] espiritual negro: "¡Por fin somos libres! ¡Por fin somos libres! Gracias a Dios todopoderoso, ¡por fin somos libres!"»
Pero como resalta al final de su
discurso, el pastor Martin Luther King soñaba con una verdadera y más grande
libertad, aquella que vendrá cuando “la gloria del Señor será revelada”, refiriéndose
al día del retorno de Jesucristo. Siendo conocedor de la Biblia sabía muy bien que
por más luchas justas y necesarias que se tengan que hacer en este mundo, sólo
el gobierno del Hijo de Dios traerá el periodo de paz y justicia que muchos
también soñamos.
Mientras tanto, tomemos nota. Y esforcémonos
por seguir su ejemplo.
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