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Mostrando entradas de junio, 2014

¿Es usted una autoridad del pueblo?

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Si usted ejerce un cargo de autoridad no olvide que es Dios quien le ha puesto en tal cargo. La Biblia dice que “suyos son el poder y la sabiduría. Él cambia los tiempos y las épocas; quita reyes y pone reyes, da la sabiduría a los sabios y la ciencia a los entendidos”. No interesa si ha sido elegido por votación o su cargo es de confianza. Dios sigue siendo el dueño y juez del mundo pero le ha delegado parte de su autoridad para que administre y gobierne su creación conforme a su voluntad. No lo olvide. Si usted es autoridad del pueblo tenga en cuenta que la voluntad de Dios es que sirva a sus pobladores y no que usted se sirva de ellos. El poder y la autoridad que tiene es un medio para lograr un fin: contribuir al bienestar de la gente y el desarrollo de la ciudad. Su cargo no es una oportunidad para ganar más dinero ni mucho menos aprovecharse de los demás. Siga el ejemplo de Jesús quien vino para servir y no ser servido.

La diferencia entre el justo y el injusto

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   “Feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados,    ni va por el camino de los pecadores,    ni hace causa común con los que se burlan de Dios,    sino que pone su amor en la ley del Señor,    y en ella medita noche y día. Mire con atención a los que caen en actos de corrupción y comprenderá muy bien lo que dice el salmo bíblico*. La próxima vez que vea por la televisión a un congresista inhabilitado por tráfico de influencias, o a un juez atrapado por recibir una coima, o a un delincuente que agacha la cabeza en la comisaría junto a sus “compañeros”, recuerde este salmo y su advertencia: Quien va por “camino de pecadores” no vive feliz. Quizás tiene más pero no tiene paz, teme ser traicionado, huye, se esconde. Al final todos son atrapados.