En Democracia hay que saber perder

Como sucede en la vida, a veces se gana, a veces se pierde. Aceptar la derrota es parte de la madurez emocional de una persona y lo mismo podríamos decir de una población. Respetar la decisión de la mayoría y confiar en las instituciones encargadas de las elecciones y el nombramiento de las autoridades, son características de una sociedad que ha aprendido a vivir en democracia.

La democracia, aun con todas sus deficiencias, es por ahora la mejor manera que tenemos para establecer leyes y gobernantes, pero para que ésta funcione requiere de respeto y confianza. ¡Respeto y confianza! ¿Qué vamos a hacer los peruanos si esto es precisamente lo que más nos falta? Hemos llegado al punto en que todos desconfían de todos y la falta de respeto es casi parte de nuestra cultura. Precisamente por esta carencia es que luego de cada proceso electoral vemos por todo el país denuncias de fraudes sin tener las pruebas necesarias, otros queman actas sin que el proceso termine. Los que están en desacuerdo no siguen el debido proceso y se levantan en protestas violentas, amenazan personas, destruyen locales, toman carreteras, y los enfrentamientos dejan heridos y muertos. ¿Es necesario llegar siempre a esto? 

Transcurren los años, y pareciera que vamos de mal en peor. En vez de aprender, avanzar y consolidar nuestra democracia, el irrespeto prevalece y la desconfianza crece. Si no hacemos nada por cambiar esta tendencia la situación empeorará aún más. Tenemos que reflexionar, enseñar a confiar en los procesos, así como respetar la ley. La violencia no es el camino y por la fuerza no podemos imponer nuestra voluntad. Si queremos vivir en democracia hay que respetar la decisión de la mayoría.

Por supuesto, no se trata de ser ingenuos. Si hay indicios reales de fraude, entonces corresponde juntar las pruebas y hacer la denuncia por los medios legales y pacíficos, usando los medios de comunicación, recolectando firmas, marchando pacíficamente, etc. Pero de ninguna manera debemos aceptar ni promover actos en contra de la ley. No se puede exigir justicia por medios injustos, ilegales y violentos. No se puede exigir derechos atentando contra los derechos de otros. Tenemos que aprender a hacer las cosas bien.

Sé que el tema es muy complejo para pretender abordarlo en estas líneas. Hay todo un historial de corrupción en nuestro país que luego de decenios ha dado como fruto una desconfianza generalizada. La falta de respeto hacia las autoridades se aprende de casa y desgraciadamente se ve reforzada por el poco esfuerzo de las autoridades para hacerse respetar, mintiendo, robando, y faltando en ellos mismos el respeto a los demás. Si a esto le sumamos los malos elementos del poder judicial y las fuerzas policiales, periodistas comprados, arreglos políticos y demás males sociales, es obvio que el problema no va a solucionarse en cinco años. Necesitaremos por lo menos unos veinte años para que se empiece a ver una mejoría… si es que empezamos a hacer algo hoy.

Se requiere un plan de parte del gobierno que trace un camino con la participación de múltiples sectores que nos lleve poco a poco hacia el respeto y la confianza. Sin embargo, no necesitamos esperar que el gobierno tome la iniciativa pues todos podemos hacer desde ya algo. Profesores, periodistas, líderes políticos, dirigentes, padres de familia, sacerdotes y pastores, todos podemos influenciar desde el lugar en el que nos encontramos, enseñando a respetar la decisión de la mayoría, a respetar la ley, a confiar en los procesos y seguir los medios justos y legales. Porque somos vecinos, somos peruanos, somos una gran familia, y no nos queda otra más que aprender a convivir en armonía. Ciertamente un camino largo y difícil, pero si no empezamos hoy será más difícil mañana. Empecemos ya.


[Publicado en Diario Voces el 25 de octubre del 2014]






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