Vocabulario del "silo" y la "cloaca"
La semana pasada nuestro presidente
Ollanta Humala calificó al fujimorismo como un “partido que nació de la
cloaca”. Como respuesta, Kenji Fujimori dijo que el humalismo nació “del silo
del Velascato y del secuestro y asesinato de policías”. No es mi intención
defender o atacar una de las partes, pero tomo la ocasión para hacer algunos
comentarios y proponer algunas reflexiones.
Me parece totalmente inapropiado que
un señor presidente, representante de una nación, se exprese de esa manera. Él
es el presidente de todos los peruanos, incluso de aquellos que no son de su agrado
y que no votaron por él, y está obligado a evitar expresiones ofensivas hacia un
grupo partidario y a la población que lo respalda. El presidente está llamado a
trabajar con todos los sectores políticos, a concertar y propiciar un ambiente
de respeto y colaboración, pero con ese tipo de expresiones esto no se va a lograr
jamás.
Quizás el presidente se equivocó, no
midió sus palabras y “se dejó llevar”, pero su bancada en el congreso no tiene
excusa. Ellos sí tuvieron el tiempo de medirlas, y en vez de callar o
“disimular” el desliz de su líder, se presentaron ante los medios de comunicación
para respaldarlo plenamente. La situación, ya lamentable, fue empeorada por el
congresista Kenji Fujimori quien respondió de la misma manera; y así, nuestros
padres de la patria, recordando lo peor de cada uno, olvidaron la
responsabilidad de ser ejemplo a sus millones de “hijos” que necesitan aprender
todo lo contrario.
La defensa que se oyó en esos días
fue que “cada quien tiene derecho a opinar”. Cierto, pero ese derecho está
acompañado del deber de hacerlo apropiadamente, con responsabilidad, sobre todo
si se tiene tan importantes cargos públicos. También se dijo que “la verdad es
la verdad, y lástima si alguien se ofende”, sí, pero la verdad no deja de serlo
si se usan expresiones menos provocadoras y despectivas. A mí me enseñaron que “lo
cortés no quita lo valiente” y creo que es una gran verdad que todavía está
vigente, solo que necesita ser revalorada, empezando por el presidente y los
congresistas.
Nuestras calles están llenas de ira,
irrespeto, desprecio e insultos. También muchos hogares. El vocabulario propio
de silos y cloacas es muy común, se responde impulsivamente y se habla sin
pensar en las consecuencias. ¡Cuántos problemas se dan en el trabajo y en las
familias por insultos y palabras inapropiadas! Lo que dijo periodista Beto
Ortiz hace un par de días añade un claro ejemplo de lo común que es esto. En su
cuenta de Facebook publicó una foto que le tomó a un conductor, una persona
mayor, calificándolo de imbécil por paralizar el tráfico en el peaje, pues se había
olvidado el número del RUC. ¿Diremos también en este caso, que no es malo que se haya expresado así? ¿Está en su derecho a opinar? Quizás el mismo podría excusarse
diciendo “pero sí es un imbécil, es la verdad”. Felizmente hubo mucha gente que
reaccionó en contra y Beto Ortiz tuvo que borrar su publicación.
La amabilidad es un factor, una
virtud, que contribuye a la paz y a la unidad. Todos debemos usar palabras de
bien, decir la verdad con todas sus letras, pero sin proferir insultos o
calificativos innecesariamente ofensivos. Hagamos caso a las reglas de sana
convivencia. Más aún, hagamos caso a lo que la Biblia ordena: “Sea vuestra palabra siempre con gracia,
sazonada con sal, para que sepáis responder a cada uno”. “Ninguna palabra
corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria
edificación de los oyentes”.
Que así sea.
*
Carta a los colosenses 4:6; A los efesios 4:29
[Publicado en diario Voces el 29 de noviembre del 2014]
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