"Dios, un padre que abandonó a sus hijos"
Esta es una declaración común entre
los no creyentes: “Dios no existe, pues si existiera no habría tanta maldad. Y
si Dios existe, entonces es un Dios que nos ha abandonado, por lo tanto no vale
la pena buscarlo”. Triste concepción que resulta de ignorar lo que la Biblia
declara, porque en primer lugar, no es Dios quien se alejó de nosotros, fuimos
nosotros los que nos alejamos de él.
Nosotros los seres humanos fuimos
quienes decidimos no confiar en él ni someternos a su voluntad. Nosotros
decidimos llevar nuestra vida según nuestro mejor parecer y rechazamos su
verdad para correr tras la mentira, la hipocresía, el egoísmo y la soberbia. Él
es santo y como no queremos ser santos nos alejamos de él.
En segundo lugar, Dios no nos ha olvidado
pues como nos enseñó Jesús, nuestro Padre sigue haciendo salir su sol “sobre
buenos y malos” y dando su lluvia sobre justos e injustos”. Él sigue haciendo
producir nuestros campos y no ha quitado la sonrisa de nuestros labios. El
salmo 103 reconoce que Dios “no ha hecho
con nosotros conforme a nuestras iniquidades, ni nos ha pagado conforme a
nuestros pecados. Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, engrandeció
su misericordia sobre los que le temen. Cuanto está lejos el oriente del
occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones. Como el padre se
compadece de los hijos, así se compadece Dios de los que le temen. Porque él
conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo.”*.
Durante muchos siglos Dios habló
muchas veces y de muchas maneras por medio de los profetas, cuyos escritos
tenemos en la Biblia. Pero como eso no bastaba, Dios vino a buscarnos en
Jesucristo. “Porque de tal manera amó
Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él
cree, no se pierda sino tenga vida eterna”. ¡Dios no nos ha abandonado! Él sigue llamando,
y desea que nos reconciliemos con él.
Pero su amor no anula su justicia. Dios
es amor, pero también santo y justo; es parte de su naturaleza y como tal no pasará
por alto la injusticia y rebeldía de sus hijos. “Es lento para la ira y grande en
misericordia”, pero aun cuando su juicio llegue de manera lenta, sin duda ese día
llegará y sus bendiciones acabarán. Quien quiera persistir en vivir alejado de
él, podrá hacerlo, pero sufrirá las consecuencias de sus actos viviendo
separado de Dios por la eternidad.
No, Dios no ha abandonado al mundo, es el mundo que no quiere venir a él. Dios no es un padre que ha olvidado su creación,
la ama, él llama, nos ofrece perdón, restauración y salvación. Espera que
temamos su advertencia y con reverencia regresemos a él para ser hijos
obedientes. En esta esperanza, el Padre eterno está preparando un lugar, un nuevo
universo sin maldad, ni dolor, ni muerte, para vivir con sus hijos por siempre.
La invitación está hecha. ¿Usted ya se reconcilió con él?
*Salmo
103:10-14; Heb.1:1-2; Juan 3.16
Que Dios te bendiga.
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