Según la Biblia: ¿Hay vida después de la muerte?

En el tiempo de Jesús había un grupo de eruditos judíos que negaban la posibilidad de la resurrección, eran los saduceos. Para ellos, toda existencia se restringía a esta tierra, aquí se recibían las recompensas y aquí se pagaban las culpas. Negaban la interpretación literal de las profecías que antes de Cristo prometían una vida resucitada, aseverando que debían tomarse en sentido figurado.

El evangelio de Lucas narra la ocasión en que los saduceos le presentaron a Jesús un problema que según su razonamiento parecía insalvable*: Si una mujer enviudó varias veces antes de morir, y todos sus esposos resucitan ¿con cuál de los hombres permanecerá casada? Jesús les respondió de una manera muy simple, diciéndoles en primer lugar el verdadero problema que ellos tenían: “Erráis ignorando las Escrituras y el poder de Dios”, sucede que en la otra vida, después de la resurrección, las personas no se casarán, sino que serán como los ángeles. Se trata de otra vida, otra realidad, otra naturaleza.

Pero Jesús les dijo algo más: “¿no habéis leído lo que Dios dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.” Un énfasis que para estos eruditos había pasado desapercibido es que el texto sagrado no dice: “Yo fui el Dios de Abraham…”, sino que lo dice en tiempo presente: “Yo soy”. Entonces, la deducción debería ser simple: Que los patriarcas judíos, Abraham, Isaac y Jacob, aun cuando en ese entonces llevaban dos mil años de haber muerto, no podían quedar muertos, porque Dios sigue declarando ser su Dios.

Pero aún hay más. Con estas palabras Jesús no solo les demostraba que una resurrección física debía darse, sino que les estaba revelando que, siendo Dios, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob en el presente; quiere decir entonces, que ellos deben estar vivos ahora; no de manera física, sino espiritual, vivos y conscientes de su dependencia de Dios, a la espera de su resurrección física.

Hoy también hay estudiantes de la Biblia que niegan una vida espiritual después de la muerte. Les cuesta entender que somos cuerpo, alma y espíritu; y que al morir, muere nuestro cuerpo, pero seguimos existiendo en otra dimensión, de naturaleza espiritual, con nuestros recuerdos y personalidad.

En la Biblia vemos otros casos que demuestran que hay una vida que trasciende a la biología, como el del profeta Samuel, que después de muerto se apareció al rey Samuel. El evangelio narra la vez que Moisés (quien vivió 1,500 años antes de Cristo) conversa con Jesús en un monte ante la mirada de sus discípulos. El apóstol Pablo, hablando de la posibilidad de su muerte decía que prefería morir para “estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor”. Jesús le dijo al ladrón que se arrepintió en la cruz: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”. Y Jesús contó la historia acerca del rico y Lázaro, que ambos, habiendo muerto, seguían “viviendo”, uno en reposo y consuelo; el otro en tormento. Y quien estaba en tormento rogaba que envíen a alguien a la tierra de los vivos, para advertir a sus parientes, para que no vayan al mismo lugar en el que él se encontraba y del cual no se podía salir.

Dios nos ha creado con cuerpo, alma y espíritu; para ser eternos. Nuestra vida no se detiene cuando deja de latir nuestro corazón. Nuestro ser, pensamientos y emociones, continúan existiendo en un lugar que depende de la elección que tomamos en esta vida. Si decidimos vivir con Dios aquí, lo haremos también con él, en el “más allá”. Si aquí lo rechazamos, cruzaremos el umbral de la muerte sin él. Jesús dijo*: “…los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación… El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna.”

*Juan 5:24,28,29 Mateo 22:23-33