La Gestión de Mentiras

El siguiente relato es la publicación de una página de Facebook relacionada con la administración de empresas, se trata de las negociaciones de un padre a favor de su hijo.

Padre: “Hijo, te vas a casar. Tengo la chica perfecta para tí”
Hijo: “Imposible”.
Padre: “Piénsalo bien hijo, es la hija de Bill Gates”.
Hijo: “De acuerdo, ¡me voy a casar!”

(El padre se dirige al fundador de Microsfot)
Padre: “Bill Gates, mi hijo quiere casarse con su hija”
Gates: “¡Imposible!”
Padre: “Piénselo bien, mi hijo es el CEO del Swiss Bank”.
Gates: “Estoy de acuerdo, ¡que se casen!”

(El padre habla con el dueño del banco)
Padre: “Contrate a mi hijo como el nuevo CEO de su banco”
Banco: “¡Imposible!”
Padre: “Piénselo bien, mi hijo es yerno de Bill Gates.”
Banco: “¡Su hijo tiene trabajo!”.

Esta ocurrencia ficticia merece una buena sonrisa, sino una carcajada. No debería ser más que un cuento gracioso para contarlo entre amigos, pero muchos lo toman como una muestra del arte de la negociación, y como una buena ilustración de lo que significa tener “capacidad de gestión”. Lo que en el mundo puede ser una habilidad, según la Biblia, no es más que una gestión de mentiras. Tristemente, ejemplos de este tipo no sólo se ven en el internet que “carga todo”, sino hasta en libros de enseñanza universitaria.


Hace años leí un libro de la editorial McGraw Hill, y quedé sorprendido de cómo se ilustraba una "buena práctica" de gestión de las mentiras. Trataba de la historia de un vendedor de fotocopiadoras que con engaños sutiles logró convencer al dueño de una tienda que invirtiera en una; de esta manera, la “estrategia” del vendedor le permitió cumplir con su meta de ventas y que el dueño esté contento con la compra. El fin justificó los medios. Respecto a los valores, la ética y la verdad, ni una palabra.

La verdad acerca de la mentira es que nos hemos acostumbrado a ella. En las relaciones personales, en las ventas y negociaciones, cada día engañamos y somos engañados, y lo aceptamos: Las falsas promociones y ofertas, la exageración de las bondades de un producto, la información a medias, una promesa, la letra pequeña en los contratos, o los ofrecimientos en campaña electoral. El mundo nos enseña que para alcanzar las metas es válido mentir, pero debe hacerse profesionalmente: las mentiras no deben ser grotescas, sino sutiles; no deben llegar a calificarse como estafa, sólo como percepciones equivocadas. Una serie de cuidados para no decir a la mentira, mentira.

Sea mentira blanca, rosada o negra, a ninguno nos gusta que nos mientan, tampoco nosotros deberíamos mentir. Así que si usted va a vender menos por decir la verdad, pues venda menos. Si va a lograr menos por trabajar y gestionar con honestidad pues hágalo. La verdad es un valor fundamental, genera confianza y paz, no debemos perderlo. No podemos dejarnos llevar por la presión, el dinero, el tiempo, la necesidad y la competencia; no podemos justificar la mentira por un “bien mayor”. Mire bien, dese cuenta, que es la misma justificación de muchos políticos y muchas autoridades corruptas. ¿Acaso el pueblo no está harto de tanta deshonestidad? ¿No sale la gente a las calles en contra de la corrupción? ¿Entonces porque deberíamos hacer lo mismo que ellos? Si estamos en contra de las mentiras de los políticos y la deshonestidad de los gobernantes, pero, a pesar de ello, somos mentirosos y deshonestos, entonces nuestra protesta no es más que una hipocresía o quizás, una perversa envidia, porque ellos con sus mentiras pueden lograr más.

La Biblia dice: “No digas mentiras en perjuicio de tu prójimo”, “no mientan más, cada uno sea veraz cuando hable con su prójimo”. Recuerde que los mentirosos no entrarán al reino de los cielos. Rechacemos toda gestión de mentiras.

*Éxodo 20.16; Efesios 4:25


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