Héroes de la Lucha Anticorrupción

No se han levantado monumentos en su memoria. No han recibido medallas ni diplomas. Pasan desapercibidos. Son héroes anónimos. Ciudadanos de apariencia común pero de acciones poco comunes. Con ese tipo de acciones que parecen insignificantes, que muchos subestiman y hasta rechazan; pero que en realidad esconden un poder tal que tienen la capacidad de contener el avance de la corrupción y hacerlo retroceder. El Perú necesita no miles, sino millones de ellos.

Son “héroes” porque voluntariamente han pagado el costo que la lucha anti-corrupción demanda. Aunque no han entregado su vida, han tenido que luchar primero contra sus propios impulsos, para luego renunciar a algún “beneficio” personal, asumiendo alguna “pérdida” y enfrentando la corrupción con humildad, valentía y determinación. No una vez, sino varias veces.



“Acciones heroicas”, como la de aquel conductor que al ser sorprendido por una falta, prefiere pedirle al policía que le ponga la papeleta que le corresponde, antes de ceder a sus insinuaciones y darle una coima. Porque para él es mejor pagar la multa, antes que contribuir a la corrupción.

O el administrador de aquel negocio, que prefiere perder un gran cliente antes que aceptar su solicitud para darle una factura por un monto mayor al producto vendido.

O aquella directora de esa Institución Pública, que al tener que firmar la aprobación final de una costosa compra, se niega, porque comprobó que el precio consignado excedía al verdadero valor del equipo. Y lo hace a riesgo de meterse en problemas con sus similares en otros lugares. Incluso negándose a recibir unos miles de dólares adicionales que el vendedor corrupto le ofreció.

Podemos mencionar también a aquella pareja que rechazó beneficiarse con un crédito personal, porque el “asesor” le pidió que declare falsamente respecto a sus ingresos económicos. O aquel joven que prefirió quedarse sin empleo antes de mentir en su currículum Vitae.

Situaciones reales, con personajes reales (por supuesto sin nombres, para mantener el anonimato) que prefirieron “perder” antes que ceder a la presión y burla de sus amigos. Resistiendo a su propia necesidad de dinero y empleo con tal de no participar en lo ilegal y deshonesto. Casos reales de seguidores de Jesucristo, creyentes que conozco y que decidieron poner en práctica los mandamientos bíblicos, obedeciendo arengas de lucha contra la maldad y deshonestidad, como la que cita el apóstol Pablo*: “¡No sean vencidos por lo malo! Al contrario, venzan con el bien el mal.”

Estos son los “héroes” que necesitamos. Gracias a Dios por ellos, son nuestro ejemplo. Pidamos a Dios que surjan más. Pidamos por nosotros, para que dado el momento, hagamos lo mismo y tengamos el coraje de pagar el costo. Pues esto no sólo es responsabilidad de policías, jueces o congresistas, sino de todos. La corrupción avanza cuando encuentra gente que acepta sus propuestas. Sólo se detendrá si usted y yo la rechazamos desde las situaciones más pequeñas y porsupuesto, asumimos el costo por hacer lo correcto. Porque sí podemos evitar que el corrupto crezca. Podemos detenerlo. Hagámoslo.


* Carta a los Romanos Cap.12, vs.21


Publicado el 4 de diciembre del 2010

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