Navidad: Cuando La Luz vino al mundo


“Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, 
venía a este mundo”. 

“En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. 
La luz en las tinieblas resplandece, 
y las tinieblas no prevalecieron contra ella”.

Así se describía a finales del siglo I, lo que ahora identificamos como Navidad. Para el apóstol Juan y para los cristianos de aquella época, recordar el nacimiento de Jesús significaba resaltar la llegada al mundo de alguien quien sería mucho más que un gran maestro, profeta o “revolucionario” moral. Se trataba de la aparición de “la luz de la vida”, “La Palabra de Dios”, “El Hijo del Altísimo”*, que tomando forma humana aparecía en medio de un mundo invadido por las tinieblas, para guiar a todo aquel que quiera seguirle.

Jesús dijo*: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas”… no tropezará, no caerá, ni vivirá dándose de golpes, ni vagará sin saber por dónde ir, sin saber qué es bueno o qué es malo, con incertidumbre por su futuro… “sino que tendrá la luz de la vida”. “Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí, no permanezca en tinieblas”.

Pero el esplendor de la buena noticia de la presencia de La Luz en el mundo, se vio opacada por el hecho que no todos estaban dispuestos a recibirla. ¡No todos quieren ser alumbrados! Hay quienes prefieren vivir ocultos, en la oscuridad, escondiendo sus verdaderas intenciones y acciones, practicando lo injusto, haciendo mal a otros, causando dolor y sufriendo también las consecuencias de sus propias decisiones, condenándose como reos eternos a prisiones de oscuridad:

“Esta es la condenación: Que la luz vino al mundo,
pero los hombres amaron más las tinieblas que la luz,
porque sus obras eran malas… Aborrecen la luz. 
No vienen a ella para que sus obras no sean reprendidas.” 

Jesús, “en el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; 
pero el mundo no le conoció. 
A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron”. 

Ya sea por nacionalidad o por creación, “los suyos”, no le recibieron: Siendo un bebé no tuvo lugar en el mesón de Belén. Siendo hombre, le dieron lugar en una cruz del Gólgota. Dos mil años después nuestro mundo (su mundo) continúa sin reconocerle como Creador y Señor. Suena sombrío, pesimista, un mensaje nada navideño, pero así es como lo relata la Biblia. Hoy como ayer, cada quien decide venir a la luz o permanecer en oscuridad. Recibirle, o crucificarle. 

“Mas a los que le recibieron,
a los que creen en su nombre, 
les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. 

Esta es la razón de la Navidad. Esta es la razón por la que vino el Hijo de Dios: Alumbrar nuestra conciencia e iluminar nuestro camino de regreso al Padre; para que por la fe en él, podamos disfrutar de la maravillosa condición de ser un hijo de Dios, con paz, dicha y amor. 

Que esa bendita Luz Divina resplandezca en su vida y su familia. 
... y Feliz Navidad.


*Evangelio de Juan 1:1-12; 2:19,20; 8:12; 13:46 Lucas 1:32




[Publicado el 24 de diciembre del 2011]

Comentarios

  1. muy hermoso, le invito a entrar a mi blog http://www.miporcion1.blogspot.com/ bendiciones

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