Lucha Anticorrupción sin hipocresía
La gran mayoría de peruanos opina estar en contra de la corrupción, y rechaza, se indigna y protesta contra las autoridades deshonestas, mentirosas, que roban, y sacan ventaja o abusan de su puesto. Oímos por las calles y medios de comunicación el malestar en contra de los malos congresistas; comentarios, encuestas, pancartas, gritos exigiendo justicia; pero también vemos en nuestra sociedad cuan común son las mentiras, las coimas y los robos. Muchos dicen estar de acuerdo en combatir la corrupción pero aún no han empezado a luchar contra su propia corrupción, contra esa tendencia a seguir el mal camino, el mal ejemplo, de ser deshonesto y sacar ilícito provecho.Este proceder, del decir pero no hacer; de aceptar lo ilícito en privado pero rechazarlo en público; la “doble cara” con la sonrisa cómplice que aprueba y de la palabra que reprueba; todo ello es lo que conocemos como hipocresía. Nuestra sociedad lo es. ¿Usted está entre ellos?
Si se indignó porque un congresista obtuvo su título universitario sin estudiar, pero le paga al profesor para que su hijo pase de año, o usted se copia en el examen para ser nombrado, entonces, si de decir la verdad se trata, es un hipócrita.
Si condenó a aquel congresista que “justificó gastos”, con boletas de consumo de kilos de pollo a la brasa, pero usted es de aquellos que le pide a la administración de un hotel que le facture más de lo que realmente consumió. Es hipócrita.
Si se asombró y movió su cabeza por los escándalos de los “petroaudios”, “Essalud”; del apodado “come oro”, o por el caso Chehade; pero usted usa de influencias para conseguir un puesto público sin el debido proceso, o acostumbra darle unos diez soles al policía para que no le tome en cuenta la infracción. Es un hipócrita.
Si se queja por el abuso de las autoridades sobre los más débiles, contra la prepotencia de las empresas, los políticos, sus mentiras y falsas promesas. Pero usted mismo maltrata a su esposa, no cumple con sus hijos y miente a sus seres queridos y vecinos, es hipócrita. Y así, carece de autoridad moral para reclamar. Es parte del problema y no de la solución. Así, el país nunca cambiará.
Si queremos luchar contra la corrupción (luchar realmente, con una verdadera intención de combatirla para vencerla) no exijamos sólo transparencia, leyes y educación. No esperemos que “el gobierno” haga algo. Empecemos desterrando la hipocresía, tomando la determinación personal de ser justo aún en las cosas más triviales de la vida. Caso contrario, sólo será una lucha hipócrita, una venganza contra los “grandes”, contra aquellos que roban mucho y obtienen demasiado; como si la corrupción lo fuera sólo por sobrepasar ciertos miles de dólares. Poco servirá tener a unos cuantos en la cárcel cuando miles siguen libres por las calles con millones de “pequeñas” acciones corruptas.
Empeoramos. El Perú descendió al puesto 80 del 78 que ocupó en el 2010. (Índice 2011: 3.5, Chile: 7.2, Venezuela: 1.9) |
Si queremos luchar contra la corrupción (luchar realmente, con una verdadera intención de combatirla para vencerla) no exijamos sólo transparencia, leyes y educación. No esperemos que “el gobierno” haga algo. Empecemos desterrando la hipocresía, tomando la determinación personal de ser justo aún en las cosas más triviales de la vida. Caso contrario, sólo será una lucha hipócrita, una venganza contra los “grandes”, contra aquellos que roban mucho y obtienen demasiado; como si la corrupción lo fuera sólo por sobrepasar ciertos miles de dólares. Poco servirá tener a unos cuantos en la cárcel cuando miles siguen libres por las calles con millones de “pequeñas” acciones corruptas.
La corrupción es corrupción tanto en “grandes” como en “pequeños”. La diferencia estaría sólo en su alcance: los “grandes” tienen mayor oportunidad de aplicar aquello que mal aprendieron en las cosas diarias de la vida, cuando aún eran “pequeños corruptos”. Unos consiguen más, otros menos. Unos son descubiertos y se produce un escándalo nacional; otros pasan desapercibidos en medio de la tolerancia de aquellos que hacen lo mismo. Para Dios no. Para él todos son injustos:
"Eres inexcusable, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo. ¿O piensas tú (que juzgas a los que tal hacen y haces lo mismo) que escaparás del juicio de Dios…?”.*
Para Dios, la corrupción es tal sin importar la escala con que se mida. Para nosotros también debería serlo. Luchemos contra ella a todo nivel, sin hipocresías, con sinceridad, "transparencia", y el poder del mensaje de Dios.
*Carta a los Romanos, Cap.2; vs.1,3
[Publicado el 12 de diciembre del 2011]
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