Nacer de Nuevo

“Es necesario nacer de nuevo. El que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios”*. 
Las palabras de Jesús sorprendieron al teólogo y religioso Nicodemo. Él era un judío fariseo, celoso cumplidor de la Ley. No era un mentiroso, inmoral, ladrón o asesino. Todo lo contrario. Se esforzaba por hacer el bien, estudiaba las Escrituras, asistía fielmente a la sinagoga (la “iglesia” de aquel entonces), y esperaba así poder entrar al reino de Dios. Por eso le era incomprensible que tanto él como el más vil pecador, ambos, de igual manera necesitaran nacer de nuevo.

¿Cómo puede un hombre nacer de nuevo siendo viejo? ¿Puede entrar por segunda vez al vientre de su madre y volver a nacer? ¿Existe la reencarnación? ¿Hay otras vidas por vivir? Jesús respondió que no. Él no se refería a otro nacimiento físico sino a uno nuevo, de naturaleza espiritual: “El que ha nacido de la carne, es carne. Lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. El ser humano sólo puede reproducir la vida humana, pero la vida espiritual sólo la produce el Espíritu de Dios. Sin esa vida ninguno podrá entrar en el reino de Dios. Un muerto espiritual no puede entrar a la vida en la dimensión espiritual.
Y es que aunque los seres humanos respiran, se mueven y hablan, espiritualmente están muertos. Para Dios, la humanidad está muerta en su espíritu, “en sus delitos y pecados”*. Al apartarse del Creador han perdido la vitalidad que Dios da, que es la explicación bíblica del porque envejecemos, enfermamos y morimos. A la muerte espiritual y física, le sigue la muerte eterna. Y el destino eterno no se define por aquello de “quien peca más merece el infierno, y el que peca menos merece el cielo”, puesto que “todos han pecado y están destituidos de la gloria de Dios”. Por eso todos sin excepción, ricos y pobres, sabios o ignorantes, presos y libres, religiosos o no, todos, según Jesús, necesitan nacer otra vez.

¿Pero cómo se puede “hacer vivir el espíritu”? ¿Cómo se nace a la vida espiritual? Jesús también respondió a esta pregunta de una manera simple: “Por el agua y el Espíritu”. El agua que limpia, y que el mismo Jesús explicó, simboliza su Palabra*, su Verdad, que incluye su llamado al arrepentimiento; actitud que se representa también por el agua de un bautismo consciente y voluntario con fe en él. Así, el arrepentimiento y la fe son las actitudes imprescindibles para el nuevo nacimiento. Lo demás, lo hace el Espíritu, “el soplo”, “el aliento” de Dios. Cómo sucede esto no puede verse ni explicarse. “El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido, mas no sabes de dónde viene ni a donde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu”.* Pero al igual como sucede con el viento, sí puede verse sus efectos.

Los nacidos de nuevo muestran los frutos del Espíritu. Y se les reconoce, porque como dijo Jesús: “por sus frutos los conoceréis”. Tienen una nueva vida, un nuevo propósito, nuevas prioridades, nuevos valores. Sus vidas son transformadas día a día y crecen en amor, gozo, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fe (fidelidad), mansedumbre, y dominio propio. Quien nace de nuevo nunca más es el mismo. Es otra persona. “Quien está en Cristo, nueva criatura es. Las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas”.*

¿Y usted, ya nació de nuevo? ¿Reconoce los frutos del Espíritu en su vida? ¿Hay un día que usted recuerda en el que se arrepintió, y decidió cambiar de vida, poniendo su fe en Jesús como Salvador? Si carece de esta certeza, hágalo en este instante. Porque lo que Jesús le dijo a Nicodemo, es para todos, también para usted: “Si no nace de nuevo, nunca verá el reino de Dios”

*Juan 3:1-8; Efesios 2:1; Romanos 3:23
Mateo 7:15,16; Gálatas 5:22,23; 2Corintios 5:17


Comentarios

  1. Nacer de Nuevo...

    Despertar del Espíritu... Estar Consciente..
    gracias me encanto... bendiciones en DIOS a vuestro bien Siempre....!

    Jacqueline.

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