"Excusas cristianas" para no cuidar el medio ambiente

En nuestros países, las iglesias cristianas no son conocidas por su posición a favor del cuidado del Medio Ambiente. Son pocas las ocasiones (y en algunas casos ninguna) en las que se ha oído alguna prédica ó visto alguna acción al respecto. Es cierto que el tema ambiental está pocas décadas en la agenda mundial, y obviamente el tema no se ha desarrollado en los siglos de historia eclesiástica; pero también es cierto que la iglesia cristiana no ha reaccionado como debiera ante la importancia que la problemática amerita.

Son varios los criterios que los creyentes pueden tener para no darle importancia al tema:

“Dios nos ha dado la tierra para aprovecharla (explotarla)”; “Comer y vivir mejor es más importante que cuidar la naturaleza”. Y por supuesto, quienes viven así, olvidan que Dios nos ha encargado su mundo y sus recursos no para destruirlos, sino para administrarlos con sabiduría, para nuestro provecho y para el provecho de las siguientes generaciones. Somos Mayordomos de la Creación, no abusivos dueños de ella.

“Hay que invertir en predicar el evangelio. El alma del hombre es más importante que la naturaleza” proclaman otros. Y claro que tienen razón en el sentido que la vida que trasciende a la muerte es más importante que la presente, pues esta es pasajera y aquella es eterna. Sin embargo, Dios también se preocupa por el cuerpo y las necesidades físicas y materiales de sus criaturas. Jesús sanó a los enfermos y los apóstoles ayudaron a los pobres. El evangelio es integral. Cuando la naturaleza se degrada afecta a los que menos tienen. Cuando nuestras quebradas se secan por la deforestación, ó un río contaminado queda sin peces, los primeros en ser perjudicados son los agricultores y las poblaciones que dependen directamente de ellos.

“Si la conservación del medio ambiente es promovido por el panteísmo y la Nueva Era, entonces no debe ser algo bueno.” Los creyentes somos muy cuidadosos de no abrazar creencias anti bíblicas. Pero en el afán de agradar a Dios podríamos terminar deshonrándolo. El hecho que algunos trabajen a favor de algo bueno por convicciones no cristianas, no le cambia el valor a lo bueno que están haciendo, los cristianos hagámoslo por las razones bíblicas. Tampoco es correcta la excesiva precaución que se excusa diciendo: “No queremos ser alarmistas ó activistas políticos,” pues para participar del cuidado del Medio Ambiente no es necesario ser políticos, tirar piedras ó quemar llantas (¡qué contradicción!). Recordemos que Noé fue designado por el mismo Dios como “el primer conservacionista” y en su famosa arca salvó a muchas especies de la extinción del diluvio universal.

“El mundo sufrirá por sus pecados. Nada podemos hacer”. Es una posición cruel. Se olvida que así como la muerte, las enfermedades y la pobreza en el mundo son también consecuencias del pecado humano, y a pesar de ello, Dios ordena asistir al enfermo y al pobre como muestra de su amor; de la misma manera debe ayudarse a un mundo enfermo por su ignorancia, codicia y egoísmo.

“Este mundo pasará... Dios hará un cielo nuevo y una tierra nueva.” Sí. Y también nuestro cuerpo envejecerá y pasará, pero igual lo bañamos y vamos al doctor. De la misma manera debemos cuidar el mundo que Dios nos dio. Cuidar del Medio Ambiente, es cuidarnos a nosotros mismos.

Quizás nuestras iglesias no cuenten con la capacidad de gestión, personal calificado, recursos económicos ó técnicos para realizar grandes acciones. Pero sí tienen la capacidad de hacer un gran aporte en el área de educación ambiental, formando discípulos de Jesucristo que admiran la creación, agradecen al Creador y cuidan de su Creación, con actividades varias, personales, comunitarias, apoyando y complementando el esfuerzo de instituciones y autoridades. Porque los hijos de Dios somos la “sal de la tierra” y la “luz del mundo”,* agentes de preservación, y guías que alumbran ejemplarmente, cuidando el medio ambiente en que Dios nos puso. 

*Mateo 5:13-16

[Publicado el 26 de mayo del 2012]

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