Decálogo del Trabajador
Trabajaré porque Dios también trabaja. Es mi deber. También es mi derecho. Trabajaré sin olvidarme de Dios, ni descuidar a mi cónyuge ni a mis hijos. Aún si eso implica ganar un poco menos. No seré esclavo del trabajo. Trabajaré para vivir y no viviré para trabajar. Por eso trabajaré seis días y descansaré uno. Soy humano y no máquina (aunque hasta las máquinas descansan). No seré esclavo de ningún otro hombre. Seré conocedor de cuáles son mis derechos laborales, y pediré que siempre los respeten.