¡Devuelva ese celular que no es suyo!
Estaba en el centro de atención al
cliente respondiendo una serie de preguntas para bloquear
el número del equipo celular que había perdido. La señorita me pregunta: ¿fue por
pérdida o por robo?, por pérdida – le contesté. Pero luego caí en cuenta: también
fue por robo. Cierto que lo perdí llegando a la ciudad de Lamas, pero alguien
lo encontró y en vez de responder a mis llamadas, decidió quedarse con mi celular, apagó el equipo y me lo robó.
¿Qué habría hecho usted...? ¿Se quedaría
con un celular que no es suyo? (sea sincero en responder) ¿Estaría atento
a la llamada de su dueño para indicarle dónde recogerlo o diría: “¡qué suerte! me encontré un celular” y se quedaría con él? Bueno, si es
de estos últimos, espero que se de cuenta que es un ladrón de
ocasión: Está dispuesto a robar cuando se le presenta la oportunidad, si el
riesgo de ser atrapado es mínimo; pero por definición, si se queda con lo ajeno entonces es ladrón.
A comienzos de año mi esposa también perdió
su celular. Lo dejó en un Motokar en Tarapoto. Llamamos al número y nada. Estaba
apagado. Fuimos también al centro de atención de la empresa para bloquearlo,
pero mientras esperábamos nuestro turno seguíamos intentando con las llamadas hasta
que por fin contestó: Buenas, tardes – le dije – ¿Cómo puedo hacer para recuperar
el celular que ha encontrado?... Depende
– me contestó – y hablamos de los montos de la “recompensa”. Acordamos que le
daría S/.30.00 y que él vendría en unos minutos al local donde nos encontrábamos.
Esperamos y esperamos. Esperamos más de una hora. Llamamos y otra vez apagado. Quizás le pareció que el monto ofrecido no alcanzaba para ser honesto. ¡Qué difícil es encontrar personas
que hagan lo correcto, aun cuando recibirán un pago!
En esa ocasión le comenté lo sucedido
a un amigo motocarrista quien nos trasladaba, y nos contó lo que hace
poco también le pasó. Uno de sus pasajeros dejó olvidado el celular en el
asiento, pero no fue él quien lo descubrió, sino la señorita que le atendía en
el grifo abasteciendo de gasolina. Ella fue quien no sólo lo vio, sino que se
inclinó hacia el asiento, lo tomó y emocionada le dijo: ¡me encontré un
celular! Mi amigo (quien es un cristiano practicante, líder y maestro en su
iglesia) le pidió que le entregara el celular porque él podría devolvérselo a
su dueño, pues justamente venía de dejarlo en el hotel. Pero ella se negó. Quizás
creyó que le mentía y quería quedarse con ahora “su” celular. Quizás creyó que
está bien encontrarse objetos metiéndose en vehículos ajenos. Quizás creyó
(como muchos en estos tiempos) que las cosas son de los “vivos” que las
encuentran y no de los “sonsos” que las descuidan. Y en un país con tantos que
se creen “vivos” se va matando la práctica de los valores de la honestidad y el
servicio, solo para vivir con más
desconfianza, inseguridad y malestar.
Un objeto perdido no es un objeto sin
dueño. No es de quien lo encuentra sino de quien lo compró; por lo tanto no se
esconda ni se quede con lo ajeno. Si encuentra una cartera o una billetera con documentos,
y tiene el número telefónico del dueño, llámelo y devuélvaselo. Hará un gran bien
porque le evitará hacer denuncias, gestionar el duplicado de sus tarjetas, sacar
un nuevo DNI, y pagar por ello, aparte de recuperar el dinero que con tanto
esfuerzo pudo conseguir (porque no le robará el dinero ¿no es cierto?). Y si
encuentra un celular, manténgalo encendido, espere la llamada de su dueño y haga
un bien: ¡Devuélvalo! Así contribuirá a hacer de esta, una mejor ciudad (imagínese
esta acción replicada por cientos). Pero lo mas importante es que no ofenderá a Dios quien le está
viendo. Porque si ni lo sabía, tome nota de lo que escribió el apóstol Santiago*:
“El que sabe hacer lo bueno y no lo hace,
peca”.
Ahora ya lo sabe.
*Carta
de Santiago cap.4; vs.17
[Publicado el 20 de abril del 2013]
Comentarios
Publicar un comentario