La mamá que siempre será elogiada
En la
Biblia hay un pasaje al que se le conoce como el “Elogio de la mujer virtuosa”. Usted puede
leerlo en el capítulo 31 del libro de Proverbios, y notará que el primer elogio
está en forma de pregunta: “Mujer
virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las
piedras preciosas.” Contar con una mujer llena de virtudes no tiene precio,
es valiosísima para su esposo y sus hijos.
En realidad una madre así, es sumamente valiosa para la sociedad.
En realidad una madre así, es sumamente valiosa para la sociedad.
Los
versículos de dicho capítulo detallan – según las costumbres y roles de la
época – a una mujer que se caracteriza por que a su marido “le da bien y no mal, todos
los días de su vida”; y en la cual él confía plenamente.
Es una
mujer trabajadora, dedicada a su familia, apoya a la economía de la casas, busca
lo mejor, “teje, hace telas, tapices”, y hasta invierte; cuida de la alimentación
de los suyos y es previsora, anticipándose a los tiempos difíciles con
seguridad y confianza. Se cansa, claro, pero “ciñe de fuerzas sus lomos”, se reviste de ánimo para trabajar sobreponiéndose
al agotamiento. No siempre se puede descansar.
También
es una mujer generosa, piensa en los demás, en los que necesitan ayuda,
comparte lo que tiene; sea víveres, dinero, atención o consejo. Su amor por los
demás y su bondad se hacen notorias fuera de casa.
“Abre su
boca con sabiduría”, cuando
habla no desperdicia sus palabras en vanas discusiones, insultos o chismes, sino
por el contrario, sus palabras son de edificación y solución. Ella comparte su
conocimiento y experiencia dando buenos consejos a sus amigas, su marido y sus
hijos a quienes instruye y corrige con amor. Es una mujer prudente.
“Sus hijos la llaman bienaventurada, y su
marido también la alaba.” Le
dicen: “Muchas mujeres hicieron el bien;
mas tú sobrepasas a todas.” En nuestros tiempos, un hijo agradecido le
diría “te pasaste mamá, ¡eres lo máximo! Y un esposo inteligente le susurraría al oído
para decirle: “Mi amor, eres única; gracias por ser como eres.” Unas palabras,
un regalo, gratitud, respeto y consideración; no se ganó los elogios sólo por
ser mamá, sino por ser una mamá con muchas virtudes.
Hoy
muchas mamás se preocupan por permanecer bellas en su apariencia, y no se preocupan
por su belleza interna; así, los elogios un día se acabarán, porque “engañosa es la gracia, y vana la hermosura;
la mujer que teme a Dios, ésa será alabada.”
Obedecer
a Dios es el secreto de la belleza interior. Y esa es la manera por la que una
mujer y madre recibirá alabanzas y elogios por siempre. La hermosura se
desvanece, las arrugas aparecen y la vitalidad se va; pero la mujer que
invierte en su ser interior obedeciendo a Dios, forma su carácter, lo mejora,
fortalece sus virtudes y siempre será bella. Aún en la vejez su personalidad
será radiante.
Una
madre que reverencia a Dios, se esmera en conocerle y depender de él; se agarra
de sus promesas y enfrenta las dificultades de la vida con las fuerzas que Dios
le da. Es prudente y sabia porque aprendió de Dios, su paz es evidente en su
ser, y lo comparte. Su bondad y generosidad no puede contenerse y desborda para
los que le rodean. Una mamá así, nunca dejará de recibir elogios, y tendrá la
aprobación de Dios.
Feliz
día mamá. Y que Dios continúe haciendo de ti, una mujer virtuosa.
* Proverbios 31:10-31
[Publicado en Diario Voces: 7 de mayo del 2016]
Comentarios
Publicar un comentario