Nuestra crisis politica
A los
peruanos debería alertarnos sobremanera lo que está pasando en nuestro país. Lo
sucedido en las últimas décadas debería llevarnos a una reacción más
inteligente y útil que el insulto y
desprecio a los que no piensan igual. No soy un analista político, pero como ciudadano
de un país democrático, pienso y opino, y creo que no se vislumbra nada
alentador para el futuro de nuestro Perú.
Desde el
primer gobierno del presidente García, los partidos políticos han caído en
descrédito y hasta ahora no se levantan. Esto ha dado lugar al surgimiento de
candidatos independientes, como el presidente Alberto Fujimori quien llegó al
poder apoyado por el APRA y los partidos de izquierda. El otro candidato, el
escritor Mario Vargas Llosa postuló por una alianza de partidos de derecha,
pues en 1990 ningún partido tradicional tenía el suficiente “peso” como para
ganar en las elecciones. Antes del 85, los partidos políticos estaban mejor
organizados, con ideologías definidas, con mayor influencia en la sociedad; la
gente se identificaba con ellos, pero hoy no. Ahora se apuesta más por una
persona, un líder, un “mesías”.
Pero
como “mesías”, los “crucifican” al poco tiempo. Este es otro aspecto
preocupante, el respaldo efímero de los simpatizantes hacia su candidato. Lo llevan
al poder, y una vez presidente le quitan el respaldo, a tal punto que en las
próximas elecciones ya no votan por él ni por su partido (¡a excepción del
fujimorismo!). Sucedió con los presidentes Alejandro Toledo, Alan García y
Ollanta Humala; que hoy no cuentan siquiera con el 4% de respaldo de los electores
hábiles. ¿Dónde está el 36.5% de los votos válidos que obtuvo PERÚ POSIBLE en
la primera vuelta del 2001?, ¿y qué del 24.3% que respaldó al APRA en la
primera vuelta del 2006?, ¿o el 31.7% que obtuvo el PARTIDO NACIONALISTA
PERUANO en el 2011? En segunda vuelta, cada uno de ellos llegó al gobierno con el
respaldo de una mayoría sin convicción, que en menos de cinco años cambió de
opinión. El ciudadano peruano se decepciona rápido; sea por sus expectativas muy
altas (hasta irreales); por falta de convicciones ideológicas, o por la
incapacidad y deshonestidad que ve en los gobernantes que eligieron. Diríamos que
es un arraigado fatalismo político: “todos son iguales”.
El
número de “electores que no eligen a nadie" debería ser también una señal de
alarma. En estas elecciones se presentaron diecinueve candidatos, ¡casi 20! Nueve
salieron de la contienda por decisiones propias o ajenas, y quedaron diez
opciones. Se supone que con tantas propuestas todos podrían identificarse con
al menos una, pero resulta* que el 15% no apostó por nadie. Del total de
electores hábiles, el 9.7% votó en blanco y el 5.1% hizo un voto nulo; casi
3’400,000 personas no le importó decidirse por ninguno de los diez candidatos, un
desinterés que en número es mayor a los que votaron por PPK. Podríamos releer
los resultados de los votos emitidos: Primer lugar: FUERZA POPULAR; segundo
lugar: VOTO BLANCO/NULO; tercer lugar: PERUANOS POR EL KAMBIO. Ahora, si consideramos
el 18% de ausentismo, tenemos que casi la tercera parte del electorado hábil no
votó por ningún candidato.
¿Puede verse
la dimensión del problema? ¿Podemos ver hacia dónde vamos? ¿Qué se está
haciendo al respecto? ¿Cómo se está reestructurando los partidos para que sean
serios y respetados? ¿Cómo se están corrigiendo las causas que han originado
esa decepción generalizada? ¿Qué pasos se darán en los próximos veinte años
para recobrar la confianza del peruano en sus líderes? ¿Y cómo se formarán esos
líderes? Preguntas que al parecer nadie responde porque cada quien ve su
interés inmediato, con pleitos e insultos enfocados en una elección más, sin
una visión mayor, sin considerar una escala más grande. Creo que la verdadera
discusión no está en quién nos gobernará los próximos cinco años, sino en
qué se va a hacer para corregir lo que por treinta años venimos malogrando; aún
más, si se dice que vamos camino a ser un “narco-estado”. ¡Esta es nuestra
crisis política! ¿Qué vamos a hacer?
Podemos
esbozar algunas ideas en una próxima`publicación; mientras tanto, como
cristiano, hago un llamado a los cristianos de todas las opiniones políticas; para
que dejen de atacarse unos a otros con “verdades” ofensivas, y más bien, empecemos
elevando oraciones al Dios del cielo; porque esta crisis tiene como raíz una profunda
crisis moral y espiritual que sólo en Dios se puede remediar.
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