Reconociendo al verdadero amor


No es fácil reconocer el amor verdadero; menos aún cuando se oyen tantos conceptos incompletos y equivocados en los que se presenta al amor sólo como un sentimiento ó pasión.

El amor no sólo es un sentimiento. Es decisión, acción, es buscar la felicidad y el bienestar de la persona a quien se ama, dando lo mejor de sí mismo, y no sólo esperando recibir afecto, cuidados, comprensión ó placer. Así es el amor que hallamos en la Biblia. En el capítulo 13 de la primera carta del apóstol Pablo a los corintios, se encuentra lo que muchos han denominado “el poema del amor”:

El amor es sufrido, es benigno;
el amor no tiene envidia;
el amor no es jactancioso, no se envanece,
no hace nada indebido, no busca lo suyo,
no se irrita, no guarda rencor;
no se goza de la injusticia,
sino que se goza de la verdad.
Todo lo sufre, todo lo cree,
todo lo espera, todo lo soporta.
Ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor,
estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.


En estas líneas podemos reconocer al amor verdadero. El amor no sólo se expresa con palabras, se demuestra con hechos. No es una lista de promesas, sino de cumplimientos. El amor no exige, no reclama, no impone; sino que da, entrega. El verdadero amor sabe renunciar y acepta sufrir alguna pérdida por el bien de la persona a quien ama; no es celoso, sino que confía y cree; sabe esperar y sabe soportar con paciencia los errores y faltas en el carácter del ser amado. El que ama se esfuerza por mejorar y superarse, dejando a un lado aquello que daña la relación de amor. Sabe reconocer sus errores. Pide perdón. El amor verdadero, es un compromiso que prevalece aún cuando fluctúan los sentimientos.

El concepto de amor según Dios, es poco aceptado en nuestra sociedad. No es popular. No es atractivo. Sin embargo este tipo de amor, el verdadero, el del compromiso y no sólo del sentimiento es lo que más necesitamos. Y para recibirlo, primero tenemos que aprender a darlo.

La Biblia también declara que Dios es amor. Entonces tenemos que tener una buena relación con él. Necesitamos aprender de él. En realidad necesitamos a Dios.




Publicado el 13 de febrero del 2010

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