Un llamado a la Iglesia
La autocrítica siempre es necesaria. Ya sea de manera personal, o en grupo, si está basada en la verdad, aunque no sea agradable hacerla, siempre será buena y necesaria. A veces alguien levanta su voz, ya sea con una prédica, escritura, poema o canción y nos hace recordar las cosas básicas, fundamentales de lo que Cristo espera de su Iglesia, de todos aquellos que profesamos seguirle.
Una de esas voces es la de Marcos Vidal. Cantante, compositor y pastor evangélico, que a través de su canción “Cristianos”, hace una comparación de lo que fueron los primeros seguidores de Cristo, con lo que somos ahora:
Antes les llamaban “nazarenos”, después “cristianos”
hoy no saben ya como llamar a cada grupo, hay tantos...
Antes al mirarles se decían: "¡Ved como se aman!",
hoy al contemplarlos se repiten; ¡"Ved como se separan"!
¿Quién sabrá quién de ellos tienen la verdad?
Como ha conseguido el enemigo robarnos el terreno,
hemos comenzado hacer murallas olvidando lo primero:
Que no hay cristianismo verdadero detrás de una careta,
si no reflejamos a Jesús perdemos nuestra meta:
Que el que sirve a los demás es el mayor.
Que el sermón del monte aún está en vigor.
Que aún existe el buen ejemplo y la humildad de corazón
y que no hay vida ni hay iglesia si no hay perdón.
Ojalá el maestro pueda decir como dijera hace años:
"No lloréis sólo duerme no está muerta".
¿Qué te pasa iglesia amada, que no reaccionas,
solo a veces te emocionas, y no acabas de cambiar?
Antes tenían todo en común y oraban en la noche.
Hoy compiten por saber quién tiene mejor casa y mejor coche.
Antes morían abrazados en la arena del circo romano,
hoy discuten si al orar hay que alzar o no las manos.
Unos creen en profecías y otros no.
Unos predican “la fe” y otros “el amor”.
Unos hablan lenguas y otros presumen de virtud,
y el mundo muere, muere, muere, sin ver la luz.
Este llamado a la reflexión, a despertar y cambiar y alumbrar este mundo, ha estado presente a lo largo de toda la historia de la Iglesia. Desde el primer siglo hasta el presente. Y Dios nos ayude a los creyentes de esta generación a reaccionar y abrir bien los ojos, y poder cumplir con el encargo recibido: alumbrar nuestra sociedad con el evangelio vivencial de Jesucristo.
Publicado el 20 de febrero del 2010
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