La verdadera Guerra Santa del cristiano
Un cristiano está en guerra. Ha sido llamado a tomar las
armas para pelear, atacar y defenderse, pero no con espadas o flechas, ni metralletas
o explosivos. Los cristianos han sido llamados a conquistar reinos, y tomar
territorios pero no como los que la geopolítica define, sino aquella que se
impone en el corazón de los hombres. Con absoluta claridad la Biblia dice que
no tenemos lucha contra “sangre y carne”,
contra gente de carne y hueso, sino “contra
principados, potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este
siglos, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”. Según
este pasaje de la carta a los Efesios* la guerra del cristiano es contra seres
espirituales, no contra seres humanos.
Por esto es que no puede justificarse ninguna “guerra santa”, llámese cruzada, lucha contra herejes o “conquistas evangelizadoras” como las que tristemente la historia de la cristiandad registra; en las que el nombre de Jesucristo sólo fue usado como pretexto para satisfacer ambiciones de reyes y religiosos.
La verdadera lucha es contra el mal y seres malignos de
naturaleza espiritual, ángeles caídos, invisibles que precisamente por no ser
vistos la mayoría ignora su presencia. Nuestra naturaleza caída les dio cabida.
La maldad de los hombres les dio el poder de esclavizarlos. En este sentido, un
cristiano es uno que decidió pasar de “las tinieblas a la luz”, de “muerte a
vida”, “enrolándose” por la fe en el ejército de Dios para obedecer la orden de
tomar las armas, “fortalecerse en el Señor”, y así “estar firmes contra las
asechanzas del diablo”. El apóstol Pablo arengó a los fieles usando la figura
de un soldado de su época para ilustrar las “armas” del soldado cristiano:
“Estad pues firmes,
ceñidos vuestros lomos con la verdad”... Porque en un
mundo en el que cada uno propugna su propia verdad, y una sociedad que vive de falsedades
e hipocresías, el cristiano le hace frente con La Verdad. La verdad de la
Palabra de Dios y la verdad como estilo de vida.
“Vestidos con la
coraza de justicia”. No con la justicia propia que
hincha de vano orgullo, sino con la justicia que se obtiene por la fe en
Jesucristo, la única que perdona y nos salva de la condenación eterna; y que se
evidencia en un anhelo constante por hacer lo justo, lo correcto. Así, el
cristiano “vence con el bien el mal”.
“Calzados los pies
con el apresto del evangelio de la paz”. Siempre listos
para avanzar con el testimonio y la predicación del evangelio que ofrece paz
para con Dios y para con los hombres. Es el único mensaje que ofrece solución a
todos los problemas de la humanidad, porque trata el problema de raíz: el pecado
en el corazón del hombre.
“Sobre todo, tomad
el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del
maligno”. Esa fe que repele los dardos de dudas, temores,
acusaciones, depresiones, etc. y que mas bien pone su confianza en Jesucristo, porque
“en él somos más que vencedores”.*
“El yelmo de la
salvación…”, “el casco”, que protege nuestra mente de
deseos y ambiciones meramente terrenales, para mantener la vista en las
celestiales. Es la “esperanza de salvación”, la que Jesús traerá cuando regrese
y gobierne este mundo. Por esta certera esperanza renunciamos a lo pecaminoso y
nos entregamos y damos todo por la causa del evangelio.
“Y la espada del
Espíritu, que es la Palabra de Dios”, porque así como
Jesús respondió a las tentaciones con un “Escrito está”, así también el
cristiano que conoce su Biblia se defiende, ataca y actúa contrarrestando con
convicción las tentaciones.
“Orando en todo
tiempo…” porque necesitamos de Dios. Necesitamos de su
guía y dirección, de sus fuerzas y provisión. De su poder transformador. Porque
ser cristiano es mucho más que participar de un bautismo, una tradición y un
culto. Es participar activamente en una lucha contra el mal, con una vida santa,
justa, veraz, de compromiso evangelizador, firme, gracias a las “armas de nuestra milicia” que no son
humanas sino “poderosas en Dios”. Esta
es la verdadera guerra santa. Si se considera cristiano participe de ella.
* Efesios 6:10-20; Romanos 8:37; 2Corintios 10:4
[Publicado el 6 de octubre del 2012]
* Efesios 6:10-20; Romanos 8:37; 2Corintios 10:4
[Publicado el 6 de octubre del 2012]
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