Pare de Sufrir… Sí, pero Gratis


El eslogan: “Pare de sufrir” es muy atrayente. En tiempos de inseguridad, violencia, problemas familiares, enfermedades, preocupaciones financieras… ¿quién no quisiera librarse de todas esas angustias? Sobre todo si se anuncia que Dios mismo quiere ayudarlos. Sin embargo, muchos terminan siendo víctimas de falsos pastores que ofrecen “amuletos religiosos” y oraciones para “desatar” bendiciones divinas, a cambio de una “siembra” económica, que cuanto mayor sea, mayor será la bendición.

¡Cuidado! No hay que dejarse sorprender. Hay que advertir: Si alguien le pide dinero como condición para que Dios le bendiga, no le dé ni un céntimo. Las bendiciones de Dios no se pueden comprar. No vienen en objetos bendecidos ni rituales místicos. Dios no vende, no cobra, y mucho menos pone precio.

En la Biblia vemos que Dios ofrece alivio al sufrimiento humano, pero es gratis. Por ejemplo, encontramos estas palabras en el libro de Isaías: “A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro dinero en lo que no sacia?...” (Capítulo 55:1,2)

Cuando Jesús envió a sus discípulos a proclamar el Reino de Dios, y a sanar, y echar fuera demonios, les advirtió categóricamente: “de gracia recibisteis, dad de gracia” (Mateo 10:8). Los dones y la gracia de Dios, son eso: regalos que él da a quien le busca de corazón. Y si alguien lo recibe gratis, debe también compartirlo gratis.

En la Biblia, el dar dinero para “la obra de Dios”, es un asunto de gratitud y reconocimiento de la soberanía de Dios. Y si lo entendemos así, y queremos dar, debemos hacerlo voluntariamente, de corazón, con alegría, y acción de gracias. Nadie debe dar por obligación ó necesidad, buscando recibir una bendición, como si dijera: “Te doy, pero tú me das”. Cierto que hay muchas promesas bíblicas de prosperidad para aquel que da con una actitud correcta; pero son promesas que buscan alentar a los de poca fe, a aquellos que temen quedarse con poco. Dios es fiel y no abandona a los suyos. Pero esas promesas no han sido dadas con la intención de ganar clientes para la religión. La fe no debe ser un negocio. Y justamente, esas son las promesas que muchos pervierten para manipular y aprovecharse de quienes por necesidad, van buscando la ayuda divina.

Si usted está buscando perdón, paz, felicidad verdadera, fortaleza para vencer las dificultades de la vida… venga a Jesús. Él es la fuente de toda bendición. Recíbalo a él. No gaste el dinero ni sus energías en lo que no sacia. No pierda el tiempo. Siga a Jesucristo con humildad y fe, y él cumplirá lo que prometió: “…el que tiene sed, venga; y el que quiera tome del agua de la vida gratuitamente.” (Apocalipsis 22:17)




Publicado el 24 de agosto del 2009

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