Tratando de explicar las cábalas de fin de año

Cada fin de año los astrólogos, videntes y demás personas involucradas con el esoterismo, nos dan sus consejos y secretos para tener un año nuevo con mejor suerte en el amor, el dinero y la salud. Pero ya que toda creencia debe contar con razones para creer en ella, pregunto: ¿Qué razones hay para creer en las cábalas? Por ejemplo, esas famosas doce uvas que se comen a medianoche… ¿Qué hace que comerlas a esa hora nos vaya mejor? ¿Quién afirma su veracidad? ¿Cómo se llegó a descubrir la fórmula: “DÍA 1 + 00:00HRS. + 12UVAS + PROCESO DIGESTIVO = BUENA SUERTE”? Bueno sería saber que tal hallazgo fue el resultado de un estudio de años de pruebas en miles de personas, registro de eventos y consumo de diversas frutas, en las que también probaron (y finalmente descartaron) la sandía, el coco y el aguaje.


Y la ropa interior de color amarilla… ¿Cuánto efecto puede tener cierto pigmento de color para mejorar el futuro de quien la usa? Entiendo que ayuda a aumentar los ingresos de quienes las venden, pero ¿un color puede atraer la prosperidad? En tal caso, ¿por qué no vestirnos completamente de amarillo todos los días del año? (Para los que han visto la serie infantil “Jorge el Curioso”, podríamos tener aquí una explicación al traje del “hombre del sombrero amarillo”… Nota aparte para los que tenemos un hijo pequeño).

¿Y qué de esa cábala de salir a correr con la maleta a medianoche para hacer realidad el viaje soñado? ¿Así de simple es? ¿Creer, correr y ya? (con debido cuidado para no ser confundido con un ladrón) ¿No será que falta publicar ciertas especificaciones respecto a la forma y tamaño de la maleta; si debe estar vacía o llena de ropa? Es de suponer que debiera haber más parámetros que determinen un viaje regional, nacional o internacional. Muchos, por más que lo han intentado no logran salir del país, pero viajan a Huicungo o a Lima continuamente… ¿eso cuenta? ¿Será que les faltó correr más lejos y por más tiempo?

Y al tratar de explicar las cábalas no se puede dejar de mencionar los baños de florecimiento para quitarse de encima “las malas vibras” con canela, miel, esencia de sándalo, harina y polvo de hornear… o los rituales en luna llena para “conquistar” al amor indiferente (y violentar su voluntad para obligarle a que se enamore de uno). Porque más que un simple baño de tina relajante, sugestión mental, o mera costumbre ¿hay alguna razón, siquiera de orden espiritual para creer y practicarlo? 

Porque si de asuntos espirituales se trata, ¿por qué no simplemente confiar en Dios y ya? Contamos con miles de razones espirituales, históricas y bíblicas para confiar en él. ¿O acaso es más fácil confiar en las uvas, los calzones amarillos y las maletas llevadas a velocidad? En cierto sentido, sí, y no sólo más fácil sino más “conveniente”: Las cábalas no nos exigen esfuerzo, ni más trabajo; son incapaces de pedirnos que seamos diligentes, previsores, ahorrativos, o que mejoremos nuestro carácter; no nos demandan cuidar nuestra salud de los excesos del alcohol y estilos de vida perjudiciales. Con las cábalas se pretende obviar la responsabilidad de todo lo anterior y “por arte de magia”, obtener los logros que sólo se consiguen con sacrificio, perseverancia y tiempo.

Quizás confiar en Dios parezca más difícil porque demanda sinceridad de nuestra parte para ser mejores ante sus ojos. Pero quien confía en Dios sabe que él bendecirá su esfuerzo y su trabajo; y tiene paz*. Quien confía en el amor y la soberanía de Dios no le teme al futuro, pues está convencido que aún en medio de las dificultades será “más que victorioso”*. Quien confía en Dios no necesita ninguna cábala al comenzar el año... Más bien elevará una oración al cielo dando gracias por todo el año en el que le acompañó; y se encomendará una vez más a él, en un bendecido año que está por comenzar. 

 *Hebreos 13:5,6; Romanos 8:37



[Publicado el 31 de diciembre del 2011]

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