La diferencia entre el justo y el injusto

   “Feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados,
   ni va por el camino de los pecadores,
   ni hace causa común con los que se burlan de Dios,
   sino que pone su amor en la ley del Señor,
   y en ella medita noche y día.

Mire con atención a los que caen en actos de corrupción y comprenderá muy bien lo que dice el salmo bíblico*. La próxima vez que vea por la televisión a un congresista inhabilitado por tráfico de influencias, o a un juez atrapado por recibir una coima, o a un delincuente que agacha la cabeza en la comisaría junto a sus “compañeros”, recuerde este salmo y su advertencia: Quien va por “camino de pecadores” no vive feliz. Quizás tiene más pero no tiene paz, teme ser traicionado, huye, se esconde. Al final todos son atrapados.

En cambio, feliz es aquel que respeta a Dios y su ley. Vive tranquilo. Sabe que Dios es justo y le ama, y por lo tanto obedece sus mandamientos que precisamente son para su bien. Quien comprende esto “se deleita” en la ley de Dios, aprecia sus consejos, ama sus instrucciones, y los recuerda constantemente meditando en ellos “de noche y de día”. Obedece con alegría y no con resignación. Lo hace también con esperanza porque el que se aparta del mal y se esfuerza en hacer el bien, está sembrando para cosechar luego. Si siembra honestidad, justicia, verdad, cosechará con los años felicidad, dicha y bienaventuranza. El salmista lo compara a un árbol que crece fuerte y saludable:

   Es como un árbol plantado a la orilla de un río,
   que da su fruto a su tiempo y jamás se marchitan sus hojas.
   ¡Todo lo que hace le sale bien!

   Con los malvados no pasa lo mismo,
   pues son como paja que se lleva el viento.
   Por eso los malvados caerán bajo el juicio de Dios
   y no tendrán parte en la comunidad de los justos.

Aquellos que se creen “vivos” (menospreciando la ley de Dios y burlándose de los honestos), estarán sólo por un momento. Puede que hoy hagan alarde de su “viveza” pero mañana no se les verá. Su poder y sus posesiones habrán “volado” como vuela la paja con el viento, y la risa de sus labios se habrá también esfumado. Tampoco estarán los amigos a quienes siguió en sus malos consejos ni habrá quién les defienda cuando se presenten ante el Juez de la tierra y solos “caerán bajo el juicio de Dios”. Al final todos los que hacen mal serán atrapados. Y como dijo Jesús* “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma?”

Por eso, ¡Feliz usted si no va por el camino de los corruptos y malvados! ¡Es dichoso en verdad si ama a Dios y sus mandamientos! Si usted ha decidido obedecer a Dios y hacer lo bueno, no desmaye, no se desanime ni se rinda, tampoco se intimide por la burla de los injustos, ni siquiera piense en abandonar el camino del bien. Recuerde que la verdadera felicidad no se halla en esta tierra. La felicidad es un camino y un destino. El camino es Jesús*. Y si usted va por ese camino angosto y único, tendrá vida eterna.

   El Señor cuida el camino de los justos,
   pero el camino de los malos lleva al desastre”.



*Salmo 1; Evangelio de Marcos 8:36; Juan 14:6




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