Caricaturas de Dios (II)
La conducta de un cristiano revela el Dios en el que cree.
Un buen concepto de Dios condicionará una sana relación con él. En cambio, un concepto
deformado de Dios producirá una caricatura de él y una conducta errada.
Cuando un creyente sólo busca a Dios para que lo saque de
problemas, lo caricaturiza como un todopoderoso
extintor, un dispositivo que se usa “sólo en caso de emergencia”. O un
Dios que existe sólo para ayudar y conceder deseos tal como lo hace el genio de la lámpara maravillosa a quien
se lo “libera” para que conceda un milagro sea de amor, salud o dinero. Pero cuando
pasa el temblor y desaparece el problema, “desaparece” también este Dios, para esconderlo y seguir viviendo como si él no existiera. Claro, hasta que se lo necesite para
solucionar otro problema.
Cuando un cristiano no se esfuerza por obedecer a Dios, es
porque cree en un Dios bonachón, un “buen tipo”, un “Dios papa Noel”, lleno de regalos y dádivas de amor, siempre tierno
y feliz incapaz de castigar. Un Dios que ama tanto a los humanos que no puede
hacer otra cosa más que perdonarlos y recibirlos incluso si no quieren apartarse
del mal. “Dios ama a todos”, “Todos entrarán al cielo”. Él es todo amor y no permitirá
que alguno sufra por la eternidad.
Sobre enfatizar el amor de Dios (y sólo su amor) puede llevar
a ignorar los mandamientos divinos y rechazar la idea de pecado, como sucede en
el tema de la sexualidad. Todo se vuelve relativo: “si te sientes bien, ¡hazlo!”,
“el amor no tiene reglas”, “hagamos el amor y no la guerra”. Un “Dios Hippie” que propugna un amor “libre
de prejuicios y represiones” en el que ya no importa el compromiso, la fidelidad,
la virginidad, el matrimonio. Una caricatura de Dios que no condena el amor homosexual ni las relaciones prematrimoniales.
Como reacción a lo dicho en los últimos párrafos surgen
otros dioses producto de una santidad y justicia divina deformadas; con seguidores
sometidos a extremos de legalismo y represión. Cristianos que conciben a Dios como
un “Inventor de Pecados”, que ocioso
allá en su gloria crea nuevas leyes simplemente para aburrir a los humanos, inventando
reglas, prohibiendo comidas, música y deportes. O un “Dios Policía”, un detective inquisidor, que persigue a la gente para
atraparlas en sus faltas. Rígido, implacable, celoso, intolerante, o lleno de ira
como un “Dios Hulk”, que al ser
provocado reacciona irracionalmente contra la maldad devastando a inocentes y
culpables. Un Dios en el cual no podemos confiar sino tenerle pánico y terror
pues sólo existe para legislar, exigir, juzgar y condenar. Así, es mejor estar
lejos de él.
Y cuando alguien se cansa de esperar en Dios, confundido por no conciliar su amor y su santidad, ni comprender su soberanía y sus tiempos; termina elaborando para sí la caricatura del “Dios no habido”. Un Dios que si existe, no importa, pues no hace nada por el bien de la humanidad: ni la ama ni la reprende. Da lo mismo creer o no en él.
Cada descripción de la Biblia* sirve para darnos una idea
de lo que él es. No podemos tomar sólo algunas de ellas, las que mejor
entendamos o las que más nos convienen. Él es todo lo que la Biblia dice. “Es amor
y tiene pensamientos de paz y no de mal para con nosotros. Aunque hace salir su
sol sobre buenos y malos, su amor no es ciego y de ninguna manera tomará por
inocente al culpable. Es justo y aborrece toda maldad, egoísmo y mentira. Lento
para la ira y grande en misericordia, nos amó de tal manera que ha dado a su
Hijo en sacrificio para ser perdonados y alcanzar una vida plena y eterna (si
le creemos). Nos ha dado también mandamientos que son para nuestro bien y promesas
que sirven para fortalecernos. Es nuestro Padre que aunque está en los cielos no
está lejos, sino en todo lugar; cerca, muy cerca de cada uno de nosotros”.
* 1Juan
4:8; Jeremías 29:11; Mateo 5:45; Números 14:18; Juan 3:16; Hechos 17:26,27
[Publicado el 17 de noviembre del 2012]
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