Consejos de un buen padre

Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, y no desprecies la dirección de tu madre; porque son enseñanzas que te coronarán de gracia y serán como un collar de honor alrededor de tu cuello.

Hijo mío, si los que hacen mal quieren que participes con ellos, ¡no te dejes engañar! Si te dicen: “ven con nosotros, asaltaremos a alguien y le robaremos sus pertenencias, entre todos compartiremos las ganancias”; ¡no les hagas caso! Mantente alejado de sus caminos. Son gente que se pone trampa así mismos, ponen su vida en peligro. La codicia les roba la vida. Su propia codicia los mata.

No te olvides mis enseñanzas hijo mío, guarda en tu memoria mis mandatos, y tendrás una vida larga y llena de satisfacción. Que nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad, átalas alrededor de tu cuello como un recordatorio, grábalas en tu mente y en tu corazón, y tendrás el favor y el aprecio de Dios y de los hombres.

No te niegues a hacer el bien a quien es debido, cuando esté en tus manos el poder ayudar.
No dejes para mañana la ayuda que puedas dar hoy. 
No hagas planes perversos contra el que vive confiado de ti.
No busques pelea sin motivo.
No envidies al hombre injusto, ni te afanes en imitar su conducta.
Porque Dios detesta la maldad y a los que hacen mal. Pero su amistad es para con los que hacen el bien. 


Hijo mío, guarda la ley y el consejo. El sentido común y la discreción. Aférrate a ellos y andarás confiado sin tropezar. Podrás dormir sin miedo, te acostarás y dormirás profundamente. No temerás la calamidad repentina ni la destrucción que cae sobre los perversos. 


Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia. 
Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida.

Hijo mío, sigue mi consejo, atesora contigo mis mandamientos. Haz de la sabiduría tu hermana, haz de la inteligencia tu amiga. Ellas te librarán de la mujer ajena, de la extraña de palabras seductoras, de los labios que destilan miel, pero cuyo fin es más amargo que el ajenjo. ¡Aléjate de ella! Ni siquiera te acerques a la puerta de su casa. Calma tu sed con el agua que brota de tu propio pozo. Comparte tu amor sólo con tu esposa. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo y en su amor recréate siempre. 

¿Por qué enredarte, hijo mío con la mujer ajena? ¿Por qué arrojarte a los brazos de una extraña? Dios está pendiente de la conducta del hombre; no pierde de vista ninguno de sus pasos. Al malvado lo atrapa su propia maldad; su propio pecado lo sujeta como un lazo. Su indisciplina lo llevará a la muerte; su gran necedad, a la perdición.

Confía en Dios con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. 
Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas. 
No seas sabio en tu propia opinión; teme a Dios, y apártate del mal; porque será medicina a tu cuerpo y refrigerio para tus huesos. 

En Dios se halla la sabiduría. De su palabra viene el conocimiento y la inteligencia.
Bienaventurado serás si la encuentras.


* Selección del libro de Proverbios 
Cap.1:vs.8-19; 2:6; 3:1-8, 13; 21-35; 
4:7,23; 5:1-6, 15-23; 7:1-5
  La  Biblia. RV, DHH, NTV 

Publicado el 27 de junio del 2011

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