Evangelio, Machismo y Violencia Familiar

“…Como a vaso más frágil” es la orden que el apóstol Pedro da a los esposos respecto al honor que deben darle a sus mujeres. Es más, en su carta les recuerda que no deben considerarlas en menos pues son coherederas de la gracia, y advierte claramente que ningún hombre puede pretender estar bien con Dios sino trata bien a su esposa. Cuando esto sucede, la comunión con Dios se perjudica y sus oraciones ya no son escuchadas.

“Maridos: Amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella…” es la demanda del apóstol Pablo a los creyentes. Así como Cristo no usó su autoridad y fuerza para maltratar a su iglesia ni abusar de ella, sino para buscar su bienestar, cuidarla, bendecirla, y llevarla a desarrollar una correcta relación con el Padre; así se espera que los hombres que se consideran cristianos sigan el ejemplo de su Maestro y estén dispuestos a dar lo mejor de sí mismos por su esposa, hasta incluso dar la vida por ella. Porque este amor “…no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no guarda rencor…”, no da lugar a ningún maltrato sea sicológico o físico, a la esposa o a los hijos.


En el Evangelio de Cristo no hay lugar para el machismo. Si bien el relato del Génesis declara que Dios hizo a la mujer del varón, todos somos iguales ante él: “Ya no hay judío, ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón y mujer; porque todos sois uno en Cristo Jesús”, pues “en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón; porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios”.

Antes de Jesucristo (en el Antiguo Pacto), la religión sí hacía distinciones. Según la ley de Moisés y la costumbre de los judíos, no todos tenían igual acceso al templo; los gentiles (no judíos) y las mujeres quedaban afuera; y entre los judíos, sólo los descendientes de Leví podían dedicarse a su servicio. Todo gentil, hombre o mujer, era considerado ceremonialmente impuro y debía evitarse hasta entrar a sus casas. Pero el Evangelio proclama que en Cristo ya no hay diferencias; todos pueden acercarse sin restricciones al Padre, por lo que entre sus seguidores tampoco puede permitirse distinción alguna de raza o sexo.

Sin embargo – y hay que decirlo – en los escritos de Pablo hay algunos pasajes que tratan de ciertas cuestiones culturales y de orden dentro de la iglesia y la familia que pueden ser mal entendidos y considerados “machistas” si no se toman en cuenta en su debido contexto. Por ejemplo, la indicación para que las mujeres se cubran la cabeza con un velo al orar o exponer la Palabra de Dios, son parte de las indicaciones que corresponden a una cultura y tiempo en particular, que había que respetar, por cuanto la intención del evangelio no es faltar a las costumbres y el orden social; aunque sí influenciarla, para producir un cambio paulatino más acorde con el evangelio. De igual manera la instrucción bíblica a la esposa para que se sujete a su esposo está referida al ámbito familiar, al orden que dentro del hogar debe haber (ninguna institución avanza con dos jefes), pero esto no implica que la mujer sea un ser inferior o se convierta en una “esclava sumisa”; porque justamente la instrucción anterior a esta, es un llamado general a todos los creyentes para someternos “unos a otros en el temor de Dios”.

El cristianismo no desvaloriza a la mujer, no promueve el machismo y menos provee algún pretexto para el maltrato a los hijos o a la esposa. Todo hombre que se considere hombre, cristiano, no puede ejercer violencia sobre su mujer; si lo hace y no se arrepiente ni pide ayuda, es un hipócrita y un delincuente. Y la esposa que sufre de continuos maltratos no está llamada a soportarlo, porque tal hombre demuestra con sus acciones que no la ama ni quiere vivir con ella, por lo que salvaguardando su vida y dignidad, debe separarse (según nuestras leyes también denunciarlo) “pues no está la hermana sujeta a servidumbre… sino que a paz nos llamó Dios”. 

 *1ra Pedro 3:7; Efesios 5:21-25; Gálatas 3:28; 
1ra Corintios 7:15; 11:11-12; 13:4-5




[Publicado el 19 de noviembre del 2011]

Comentarios

  1. Anónimo28.3.16

    Pura mierda

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  2. “Vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice.
    Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación.”

    —1 Corintios 14: 34 & 35
    Note que la epístola a los corintios (Nuevo Testamento) está dirigida a un público no judío, pues va dirigida a los ciudadanos de la ciudad de Corinto, en Grecia. Por lo que la disculpa de que el machismo estaba restringido a los pueblos del Medio Oriente, o que sólo era permitido en los tiempos del Viejo Testamento es falsa.

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    1. Me parece que no leyó el post... o si lo leyó, entonces le animo a volverlo a leer, para que lo comprenda mejor.

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