"A Dios rogando y con el mazo dando"

No todos los pobres son pobres por culpa del destino o del gobierno. Hay quienes son pobres simplemente porque no quieren esforzarse para prosperar. Suele ser más fácil echarle la culpa a la política económica, al clima o a los padres, antes que ser tenaz y avanzar en medio de las circunstancias adversas. Personas así no necesitan de una ayuda asistencialista. Lo que necesitan es dejar las excusas, las quejas, la ociosidad, y ponerse a trabajar. Y así es como lo expresa la Biblia en el libro de Los Proverbios, en el que encontramos varios pasajes que se refieren al ocioso, ya sea para ridiculizarlo o exhortarlo:
 El perezoso se muere de deseos, porque sus manos se rehúsan a trabajar”. (21:25) “Mete la mano en el plato, pero ni aun es capaz de llevársela a la boca”. (19:24) “Para no ir a trabajar, dice que en la calle ¡hay un león que lo quiere matar!”. (22:13)
¿Hasta cuándo has de dormir perezoso? ¡Basta ya de seguir soñando! Mientras lo haces y cabeceas, y te cruzas de brazos para dormir mejor, la pobreza te alcanzará como un bandido y te atacará como un hombre armado”. (6:11) “El ocioso desea y nada alcanza; mas el diligente y trabajador prosperará”. (13:4)

A veces la ociosidad se viste de espiritualidad: “No quiero ese trabajo porque ya no podré ir todas las noches iglesia” (aunque nadie dijo que hay que ir todos los días). “No acepto ese empleo porque Dios tiene algo mejor para mí” (y con esa excusa va medio año sin trabajar). “Ya tengo donde dormir y qué comer… Dios no quiere que codicie las cosas materiales” (pero se puede tener más para compartir más). “Dios es mi proveedor… él siempre me sustentará” (cierto, pero el bendice el esfuerzo no la ociosidad).

No hay atajos en el camino de la prosperidad material y personal, porque hasta para mejorar nuestra familia y nuestro carácter requerimos de esfuerzo. En el primer siglo de la era cristiana, había creyentes en la ciudad de Tesalónica que “confiaban” que Dios los prosperaría sin mayor esfuerzo que esperar el regreso de Jesucristo quizás entre rezos y oraciones. No puedo dejar de compararlos a los que hoy hacen “pactos”, “siembran” con ofrendas, buscan “ungimientos”, y reprenden al “espíritu de pobreza” con las últimas “declaraciones proféticas”.
El apóstol Pablo escribió con mucha dureza:
“Si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma” “En el nombre de nuestro Señor Jesucristo les ordenamos que no toleren a los ociosos. Apártense de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que les dimos; pues nosotros no comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con afán y fatiga día y noche, para no ser gravosos (no porque no tuviésemos derecho sino para serles ejemplo). “Porque oímos que algunos de vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno. A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan”.
La oración es importante y necesaria porque por medio de ella expresamos nuestra gratitud a Dios y le pedimos que bendiga nuestro esfuerzo y trabajo. Dios nos da las fuerzas, la inteligencia, la lluvia y toda circunstancia para conseguir nuestro sustento y eso siempre debemos reconocerlo. Pero el hecho que sea él quien nos da todas las cosas no es un pretexto para ser holgazanes, ¡hay que trabajar! Bien lo dice ese conocido refrán: “A Dios rogando, y con el mazo dando”.

* 2da Tesalonicenses 3:6-15


[Publicado el 29 de setiembre del 2012]


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