Planificar con la actitud correcta

Unos planifican con autosuficiencia, jactancia y orgullo. Otros, por temor o desconocimiento de sus capacidades y oportunidades no planifican nada. Pero para desarrollarnos en la vida, es imprescindible planificar y planificar bien, con una correcta actitud. Para esto debemos tomar en cuenta las palabras de Santiago el apóstol*:

“Cuidado con ustedes que dicen: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos un tiempo allá y haremos negocios y ganaremos… cuando no saben lo que sucederá mañana. Porque, ¿qué es la vida? ¿Qué es nuestra vida? Es como la neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. En lugar de expresarse con arrogancia, mejor es decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello. Toda jactancia de ese tipo es mala.”

Quizás no nos percatamos de ello. Quizás no nos guste aceptarlo. Pero la verdad es que no tenemos el control de nuestra existencia ni de los sucesos que puedan afectarla. No somos todo-suficientes, sino que dependemos de otro ser para vivir. La realidad es esta: Si usted puede leer estas líneas, es porque en estos precisos segundos Dios le sigue dando vida… él le está dando la capacidad de respirar, pensar y vivir. ¡Él está sustentando su existencia! La suya y la de todos nosotros. Porque Dios no creó “la vida” y “la dejó funcionando” por sí sola. La Biblia dice que Jesús es la fuente de vida y en él* “todas las cosas se mantienen”.

Por eso, en cada plan que hacemos, cada proyecto personal de trabajo, negocios, estudios, familia, diversión, o lo que fuere; debe haber el reconocimiento sincero que todo eso haremos y aún más, si Dios nos concede la vida y la gracia para lograrlo. Planificar sí, pero con la reverencia necesaria para no terminar jactándonos neciamente de la vida y el futuro que no nos pertenece.

Porque también hay que considerar que si alguien nos está dando vida, no es para que hagamos cualquier cosa con ella. “Nuestra” vida debe estar sujeta a la voluntad de Dios quien nos la da. Y Dios quiere que usemos su vida en hacer lo bueno, lo justo, lo honesto, lo provechoso; evitando planes egoístas, tramposos, que dañen a otros, o se elaboren fuera de su voluntad sin considerar sus principios.

Planifiquemos con la actitud correcta: Con la humildad de saber que dependemos de Dios, con la responsabilidad de saber que a él tenemos que rendir cuentas, y con la confianza que si planeamos conforme a su voluntad, él nos bendecirá para alcanzar todas nuestras metas.

* Santiago 4:13-17; Colosenses 1:17


Publicado el 19 de marzo del 2011

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