Protejamos a nuestros niños del acoso sexual (II)


Hay un “acoso” por parte de los medios de comunicación dado por el exceso de información sexual que los niños no pueden procesar correctamente, y una saturación de imágenes sensuales por las que un niño “aprende” que mostrar las prendas íntimas en público está bien y que las fotografías de desnudos no tienen nada da malo. Podemos decir que es un “acoso” porque la prensa y la televisión están en una evidente posición de superioridad y aunque no  buscan un “favor sexual”, hace un condenable favor a los abusadores, pues un niño saturado con tales mensajes ofrecerá menos resistencia al acoso sexual. Si a esto le sumamos las leyes de “desprotección al menor” (como la despenalización del sexo con adolescentes) y a la poca capacidad de nuestras autoridades para hacer cumplir las leyes que sí buscan protegerlo, los niños son un grupo vulnerable. Nos queda a los padres hacer todo lo que está a nuestro alcance para proteger a nuestros hijos.

Pareciera innecesario hacer un llamado a los padres para proteger a sus hijos, pero son tantas las veces que los niños son acosados y maltratados sexualmente que es necesario advertirles y recordarles lo que deben hacer. Muchos no creen posible que algo así le pudiera pasar a uno de sus hijos. Ingenuidad. Ignorancia. He conversado en varias ocasiones con adultos que de niños fueron víctimas de abuso sexual por parte de un padrastro, un primo, una tía, alguien del entorno muy cercano; y en la mayoría de los casos los padres nunca se enteraron. Otros lo supieron muchos años después. Las secuelas los acompañan por toda la vida.

Los padres tenemos el deber de cuidar a los niños por lo menos de tres maneras: (1) brindándoles información, (2) dándoles amor, confianza, y (3) supervisando continuamente su entorno.

(1) El niño y la niña necesitan contar con información sana y necesaria de acuerdo a su edad. Debemos enseñarles desde pequeños que sus partes íntimas son precisamente eso: íntimas, privadas y no públicas y nadie debe tocarlas ni contemplarlas. Deben saber que si alguien –sea quien sea – le propone algo que le avergüenza o le hace sentir incómodo entonces está mal, por ninguna razón debe permitirlo sino responder con un rotundo no. Debe alejarse y contarlo a uno de sus padres.

(2) El hijo y la hija necesitan sentirse amados. Deben saber que pueden hablar de todo con sus padres sin ningún temor y que les creeremos y los defenderemos. Para esto hay que prestarles atención y brindarles confianza. Porque hay tristes casos en que los padres no han dado crédito a la acusación de sus hijos y los han reprendido por ser mentirosos. Madres que con la duda encima, prefirieron al padrastro que a la hija, o que al constatar el hecho callaron en vez de denunciar. Hijas incriminadas por haber “provocado” al agresor y tras el abuso además recibieron castigo. Acciones deplorables e inaceptables.

(3) El entorno de los niños debe cuidarse, lo que incluirá cambiar hábitos de riesgo. Por ejemplo, los niños no deberían dormir en el mismo dormitorio con los padres; ni deberían dormir varios en una cama, sean hermanos o primos; tampoco deberían ducharse a la vista de cualquiera. Las costumbres familiares deben reforzar el concepto de privacidad. Así estarán más alertas y reaccionarán mejor cuando alguien quiera invadir su propia privacidad. De igual manera se debe cuidar la vestimenta. Hay madres que visten a sus pequeñas hijas con micro-faldas sin considerar que las están exponiendo a la mirada de cualquier pederasta. Y maestras, que exponen a sus alumnas en presentaciones escolares, en las que niñas con diminutos trajes y movimientos sensuales imitan a bailarinas de grupos musicales, Por favor, un poco más de “conciencia de protección al menor”.

Quizás no tengamos la facultad de hacer leyes. No tengamos el poder de administrar el contenido de los medios de comunicación. Pero como padres, que Dios nos ayude a proteger a nuestros niños con información, previendo situaciones de riesgo, y dándoles amor, mucho amor. Como dice aquel cartel del Ministerio de Comercio Exterior y Turismo: Los niños son nuestro más bello tesoro. Y no sólo nuestro, sino también de Dios. No en vano dijo Jesús que “de los tales es el reino de los cielos”.*

*Mateo 19:14


[Publicado el 19 de enero del 2013]




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